Posts Tagged ‘sueños’

Nocturno: Wednesday Morning,3 AM

May 4, 2008

Es de noche.
Refugiado bajo ese halo de misterio
Que parece emanar de las noches sin luna,
Me río de lo estúpido que he sido.
Sombrero calado, cigarrillo encendido,
Adopto una postura que camufle
El color amapola de mis mejillas,
La vergüenza, casi ajena, que me inunda.
Tras cada calada, el antaño miedo
(¿Antaño? Apenas unas horas…)
Parece más insulso e infundado,
Como el hipocondríaco después de toser.
No puedo evitar sonreír,
Más bien reírme de mí mismo.
“¡Qué simple he llegado a ser!”,
Me digo mientras recuerdo un viejo blues.
Pero a pesar de las amapolas,
Suspiro de alivio y felicidad.
Las cargas, aunque sean imaginarias, pesan;
Tal vez, ¿quién sabe?, pesan más por ello.
Piso el cigarro, ya colilla, y comienzo a vagar.
Tarareo en otro idioma sin darme mucha cuenta;
Fantaseo con cada verso,
Cada línea hecha realidad, con ella a mi lado,
Oyendo su dulce y suave respirar.
“Sí”, pienso, “todas las amapolas son pocas
Si al final lo último que oigo antes de dormir
Es la risa juguetona del beso robado,
Y un suspiro de esos que dicen:
‘no me creo que esto esté ocurriendo’ ”.

Ejecutado por Ignacio M. Hierro R.

Sin Título

abril 13, 2008

Busquen: deseos, sensaciones, resignaciones y demás cosas… que hacen a la vida hermosa… Tal vez encuentren alguno… en paso alegre, y contracorriente. Busquen romanticamente sus títulos.

Tal vez al final encuentren versos… Al final, solo quedaran los versos…

Como dijo el amigo Henri…
«Uno es horrible, pero la vida es hermosa»

Por Ignacio Navas.

Traje negro, número 4. Y zapatos, en Re.

abril 10, 2008

Prométeme, que esta noche, soñaras,
Con chasquido de tren, sonriente,
Tal vez, sea brisa, quizá susurros,
Tal vez, no son melodías, sino miradas desconchadas.

Como extraño piano agridulce, que baila,
Con personas tristes, que le hacen reír,
Con sabor, a olivetti desdentada,
Entre los calcetines del Mississippi.

Vuelve, a la lluvia, a los brincos,
A tus palabras tristes, disfrazadas;
Con traje negro, número 4.
Y zapatos, en Re.

Por Ignacio Navas.

Dime

abril 1, 2008

Dime, artista, ¿qué piensas de las mariposas con sombrero?

Qué piensas de los gatos, de la lluvia en la cara y las estrellas prendidas en la ropa.

Y dime, ¿quién sabe leer los posos del café? ¿Quién usa, hoy, terrones de azúcar para endulzarse la vida?

Vacío, y Demóstenes frente al mar embravecido, sus palabras contra el viento y el agua. Así, también se puede leer a Murakami. Aunque luego me llamarás aburrida porque nunca aprendí a bailar.

Rosalía R.

Soñemos, dancemos, amemos

marzo 27, 2008

«El olvido se olvidó de que olvidar se olvida,

y olvidando me olvidé de tu olvido inolvidable.

Tu fragancia, mujer, me trastorna y me subleva.

No, no te vayas, me gustan las cadenas;

olvidémonos de olvidar, olvidemos el olvido

y olvidemos que el olvido nos quiso olvidar:

jugemos a las sombras que se esconden y se buscan;

cantemos a la noche, pues el sueño aguarda.»

Entonces despertó.

Y lloró.

Porque no se puede olvidar lo que no se ha vivido.

Ejecución a cargo de Ignacio M. Hierro R.

 

And all that jazz

marzo 26, 2008

Brillante. Resplandece con las luces tenues del local casi vacío. En él, yace encerrada la belleza.

Pasos sobre la madera. Tic, tac. Zapatos pequeños para pies de niña. No tengas miedo, que te voy a tratar bien. Tic, tac. Mis dedos son delicados, ¿los ves? No te harán daño.

Chirría la tapa al abrirse, quejido de miedo y pereza.

Demasiado tiempo, ¿verdad? Mira, casi has olvidado lo que eres. Tranquilo… soy una mujer, ¿lo ves? ¿Que qué busco? Busco el placer de tu sonrisa, el arte, el sueño. Despacio…

Nota a nota, va sucediendo, sin prisa, la maravilla.

Tac, tac, tac. Tres por cuatro, eso está mejor. Ahora es más fácil, ¿lo ves? Te vas acostumbrando a mí y a mis dedos. Me pregunto… me pregunto qué guardarás ahí dentro. Es curioso, ¿verdad? Porque sé cómo funcionas. La, mi, la. Cuerdas percutidas. Pedales. Miii…

Se pierde el sonido en la noche.

No has dado lo mejor de ti. Y yo tampoco, lo sé. ¿Preparado? Pues…

Ella respira hondo y el cuerpo se tensa.

Vamos allá.

No es algo que se pueda escribir en un pentagrama. Fluye solo.

Suéltate, ¡que ya no te domino!

Corren los dedos, golpean, caminan, se enfadan. Acarician. Música improvisada. Como el amor. Música de jazz. Mmmm.

Acorde final, cabello que se agita. Y calma tras la tormenta.

  

Nos volveremos a ver. Me gustas. Un guiño.

Los pasos se alejan, tic, tac, en la noche tranquila. Las luces se apagan y a lo lejos, maúlla un gato.

   

… Y todo ese jazz.

Por Rosalía R.

La niña

marzo 25, 2008

Fue una pregunta, una simple pregunta, cuando los seis de la familia estaban sentados a la mesa de un restaurante italiano en el centro de Madrid. La maître preguntó amablemente a los adultos si deseaban algo más, y así lo hizo con la joven vestida de negro. La niña que presidía la mesa con aquellos ojos inquietos interrumpió extrañada, frunciendo levemente el ceño como cuando algo no acaba de encajar.

-¿Por qué la tratas de usted?

No, no lo entendía, no podía comprender aquello.

“¡Si es una niña!” añadió aún, una protesta ante lo que ella veía tan evidente y que los demás pasaban por alto.

Es mayor de edad, le sonrió su madre, como si eso lo aclarara todo. Pero la niña negaba con la mirada, no puede ser, no es así, siempre lo ha sido.

La joven sonrió a la niña. No sabes la razón que tienes, pensaba. No sabes la razón que tienes, mi pequeña y sincera Alicia. Nos creemos adultos, pero siempre estamos buscando, descubriendo, y nunca dejaremos de maravillarnos. Sí, preciosa, soy una niña, aunque a veces piense que no, el gran error que siempre se comete. No, no sabes la razón que tienes. O quizá sí.

 

En algunos momentos, soy una enterrada en vida. Me llamaron Rosalía, otros me llaman Camille. Voluble y cambiante como un gato, o como la misma luna. Curiosamente, ayer abrí un libro cualquiera de los muchos que pueblan mi humilde santuario. Me encontré con esta frase:

“La Luna es hermosa, sí. […] Pero poco fiable como guía. Todo viajero sabe que las estrellas son la luz que lleva a buen destino.”

 Ya saben, el destino es incierto. Las palabras son engañosas y hay que tener cuidado con ellas. Juguemos con fuego. Y disfruten el viaje. A veces, tiene su encanto. Pero no olviden mirar a las estrellas.