Esta semana os traigo como invitado a un poeta llamado Ben Clark, quien ya fue premiado con el honorable Premio de Poesía Hiperión 2005 y, acabo de descubrir, tiene una página propia en wikipedia, algo ya de por si increible, con mas de una o dos lineas sobre él y su obra, lo cual ya aumenta de por si mi incredulidad teniendo en cuenta la carencia de la wikipedia sobre temas de poesía. Tan solo miren el apartadito que tiene Paul Valery y comparen con las de este joven y laureado poeta. Pero ya me estoy llendo por las ramas.
Sea como fuere traigo un poema muy interesante, todavía inacabado, que consiste en una reescritura de Lorca: escribir un poema totalmente nuevo tomando cada una de las palabras, los puntos y comas del clásico poema Grito hacia Roma (desde la torre del Cristler Building), sin añadir nada ni quitar nada. Todavía esta sin terminar, como toda relectura y reescritura y como todo lo que se escribe al fin y al cabo. El proceso de escritura todos lo iniciamos con el mismo diccionario de la RAE, unos con más de él, otros con menos; puede que no conozcamos todos los significados o que conozcamos los erroneos. La poesía no es más que un gran diccionario donde cada palabra espera a que matices tu acepción. Hay palabras ya muy manidas y con múltiples acepciones, seguro que la palabra rosa ocupa doce hojas y luna no le va en la zaga, al igual que hay muchos temas de la poesía y muchos poemas que ya vienen con una interpretación dada. No hay que olvidar que las interpretaciones las damos los hombres, hombres que pueden errar, y que una obra no es posesión del autor, sino que debe ser explicada por todos y todos podemos darle nuestra pequeña acepción en el gran diccionario de nadie. Aquí Ben Clark ha tomado una de esas palabras que ocupan páginas-del diccionario y de la historia de la literatura- y ha hecho un bonito dobladillo con ella. Disfrútenlo.
Federico
(HACIA ROMA RELANZO TU GRITO)
Maestros de las cúpulas, herreros
de los niños, del hombre, del amor:
la devoción de Cristo no da pan.
Deslumbrante, la cruz ignora el agua
pero orina ternura en la cabeza
de los niños que, mientras tanto, luchan
frente a la sed de fuego en las prisiones.
El oscurísimo hombre blanco ignora
que las noches ahogadas de las niñas
no tiemblen levemente como hierbas
bajo el beso, las cúpulas enormes,
la música, la plata, el cristal.
No gritan como ninfas ni señalan:
¡Moneda! ¡Diamante! ¡Almohada!
A ponerse un terrible llanto en flor
enseñan los maestros de la cúpula,
con la boca tan llena de cordero
que la voz que debía hablar del hambre
ha muerto rodeado de cadenas
de linos de excremento de paloma.
Queremos una Tierra de teléfonos,
triste de amor y aceites moribundos,
que cultive el amor hasta gritar
‘Adquirir todavía el pan, gusanos
militares de arsénico perenne,
para más de un millón de cadáveres
negros que tiemblan bajo las traslúcidas
lenguas de tiburones directores,
lleva agujas de cólera en la sangre
que el terror de los mundos enemigos
ignora entre el gentío que desprecia’.
Una inyección de amor es diminuta,
pero puede con todas las estatuas.
No hay en la desgarrada espera manos
de anillos de un prodigio de millones.
Hay cuchillos de nieve y una nube
de lamentos forjando sesos de hombre,
idiota muchedumbre de ciudades
que da la sangre porque la paloma
cumpla la voluntad, no de muchachos,
ni de mujeres, pero de sus carnes.
La luz para cegar todos los ojos.
que tirite hasta el vino de los peces:
porque ya hay ataúdes para sierpes,
no de aliso en el dorso, ni cubiertos
por plata y un millón de finos caños,
¡Carpinteros! ¡Que llega el aclamado!
¡Pongan entre sus ropas tiburones,
escupideras rosas con manzanas
rasgadas por amores minerales!
Y una maravillosa desgranada
columna de coral con espadines
de lepra en las heridas instaladas.
¡Ay! Espiga, reposo de la bala
parturienta que quema campanillas,
definitivo amor que lucha, viejo
beso de mar, punzante paz y llanto
que ha de gritar amor, amor, amor.
Gritar ¡queremos cada día amor!
Y quien abra el amor en las cloacas,
entre heridas de miles dirá tanto,
dirá que quien reparta las heridas
mece fuego debajo del aceite.
Las oscuras gaviotas caerán
sahumadas sobre quien llore el amor,
caerán las desgarradas nubes sobre
los elefantes –aunque hay quien dirá
que se estrellen, que hieren–. Pero viene
como una inundación, dirá que rompan
las gotas, el violín ha de gritar:
‘La dinamita está donde el que escupe
por el pico el gemido machacado.’
Y mientras tanto una mano loca
porque ignora misterio de los labios,
del tisú, del martillo, de los fosos:
(Reunión loca de frutos:
para gritar, en multitud,
un gran muro debajo del amor,
como pálido monte en paz, hay más
donde se disolviera una choza,
más donde hay amor vestido de
los pálido de aceite estremecido
debía dar, venir: tan almendra
que unta en ternura gritar se las se le al ti
hacen gritar ha ha por por la de de de y y o
han que del y en sus que que los le
juntas ha
ha gritar las sin y ni las las las los los los)
Nuestro faisán dirá paz mientras abren
los melones y sacan el carbón
Ben Clark [extraido de su blog]
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Nunca está de más lanzar un grito hacia la cuna,
hacia la ciudad eterna, Roma,
donde todos los caminos y las voces llevan,
cada uno con una pisada y una nueva.
Esto último es mío.