Cuando el lento destilar,
como el fuego
de mi llanto, que se apaga,
presente de mi alma
ilusionado,
fue rechazado en la Morada de sueños
palpé la ceniza de mi mano blanca
buscando, en vano, una respuesta.
Y en el silencio del cuarto
mis cortos años pasaron factura.
Amor y sangre es lo que me ofrecen,
y saber que pronto, aún oscuro el cielo,
un repiqueteo de campana establecerá
cual una constelación en mi frente
que mi futuro no va mas lejos de mi presente.